Cuando fundo mi ciudad, corrijo la arena. Después corrijo la ciudad. Y de corrección en corrección marcho hacia Dios.
(Antoine de Saint Exupery)

sábado, 12 de abril de 2025

Ausencia (A Rocco)

Reescrito

Quería escribirte y depositar la carta en la Cajita de Joyas; ese encendido caudal de la Cruz del Sur y gentil custodio auxiliar de mis azules imposibles. 

Pero pasa que no te escribo porque se niega a razonar mi corazón y a sentir mi entendimiento.

Aunque sé que Dios habita en las páginas del desconsuelo, debo admitir que me rebela esta arbitraria huelga de los sentidos y de la razón.

Ni siquiera son obedientes los dedos en las teclas. Esas teclas florecientes de versos coloridos, menos o más felices según el destinatario y la causa, hoy son negros escalones hacia el subsuelo olvidado donde guardo los trastos en desuso, pero que tampoco tiro por las dudas de uso. Y me encuentro allí por involuntario impulso de las teclas, las negras, sin letras.

No sé bien dónde empezar a buscarte. Comprendo que es una exploración inútil porque para esta clase de pesquisa no se valen las candelas ni el soborno de los camposantos.

Sin embargo, te adivino allí donde descansan, solitarios, tus dioses cotidianos.

Ahora estás sentado, callado y sensitivo, somnoliento y abordable por cualquier caricia que te retaceo de apurada, de la prisa que no es risa y que es injusta la prisa, en tanto me empuja a escena. Y por la cena, el quehacer, el hacer qué y la reunión, endoso el presente en favor de beneficiarios abusivos. Así, voy ganando intereses que no me interesan, que no deben, pero resulta que de no deber me dejan débitos y hábitos malogrados porque no estás, y cuando estabas no te acaricié lo suficiente, no te cuidé lo necesario. Si yo te quería, ¿cómo no te aseguré contra el mundo?

Esta noche me aguardan tus deidades en la oscuridad, aunque descreo que la luz las disipe. 

Hay interrogantes que practicaron por siglos la resistencia. Y sé, por acción y reacción, que mañana estarás jugando con ellos a los bolos en la montaña, fabricando truenos. Para cuando regreses de tu travesía por las engañosas tempestades de las lágrimas, en vez de minutos habré contado eternidades.

Ya conoces del tiempo su fama de invento necesario para ordenar deberes y derechos, aunque no está probada su existencia. Su falta, en cambio, es ostensible. Crúzate al planeta siguiente y lo verás claro. 

La muerte, esa actriz empedernida que se burla de los calendarios y sus profecías, conoce muy bien que éstos nunca fueron, salvo en la clandestinidad que nos entrega, abusivo, el tedioso impuesto de encasillarlo todo.

Si aún estás por acá -y estás, porque me duele- quédate y abjura del espacio; es simple utilería que explota el narcisismo de la materia. 

(No debí decir “aún"). Aún, ¡ay, Aún!, eres mascarada incierta, eres plazo de gracia del destiempo.

Si estás, demoleré la estafa del Hades.

Prefiero el silencio de Pompeya, el sueño de lana de Penélope, la penitencia de Nínive, a tener que inclinarme ante altares fraudulentos solo porque se te ocurrió irte al mediodía y porque yo ignoro qué clase de azul se honró con tu llegada.

Pero he abolido el tiempo y vuelto por defecto esencial. Devuelto el efecto inicial, nunca te has ido. Extraño, entonces, tu ausencia, porque este tipo de presencia me duele.

Y eres nueva excusa de teclas ya sombrías y de lágrimas nubladas.


4 comentarios:

  1. Porque estás muy lejos y es posible que nunca nos veamos, pero si me entero que tenías estos textos y no los haces públicos te hubiera dado un capón (nunca ocurrirá, tranquila).
    Me gusta lo que escribes.
    Un abrazo.

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  2. ¡Jaja! Hola, Jesús. Muchas gracias en primer lugar por animarme a volver. Y gracias por tan simpático comentario. Este texto lo escribí allá por el 2007, creo, y el disparador fue la muerte de un cachorrito que teníamos en casa; aunque al releerlo pienso que aplica a cualquier situación de duelo.Un abrazo también a vos.

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  3. Hola Mónica:
    Soy Cristina Otadui. He intentado comentar tu texto desde "Literautas" pero no acabo de verlo publicado y me ha gustado tantísimo que me resisto a que de una manera u otra no acabe de llegarte mi mas sincera enhorabuena
    Así que te mando el comentario por esta vía:
    "Qué maravilla Mónica...me ha encantado.
    El tono lírico del escrito, la voz intima que dolida nos cuenta una perdida, que nos habla desde el duelo emocional. Un texto que no necesita claridad, solo expresión.
    La atmosfera que consigues con el uso de esa primera persona es brutal, el tono metafórico ahonda en esa sensación de ausencia que anticipa el título.
    El lenguaje, tan creativo y diferente, lleno de imágenes, de metáforas, pero con el que, en ningún momento pierdo conexión...el juego de oposiciones, de contrastes: "presencia/ausencia - luz/oscuridad - sentimiento/razón". La mezcla de imágenes bíblicas, mitológicas y cotidianas.
    Y esas frases: "Silencio de Pompeya": ¿puede haber algo más silencioso?, "Negras, sin letras": el luto, el silencio emocional, "Cajita de joyas": que crea en mi mente un lugar ¡tan intimo!
    Es cierto que puede resultar un texto demasiado exigente, denso para según qué lectores, pero a mí me resulta ¡tan conmovedor!
    ¡Qué grande Mónica! ¡Qué gran texto!
    No sé qué más decir...estoy impresionada y deseo desde lo más profundo, que la tranquila tristeza que envuelve tus palabras sea tan solo producto de tu imaginación."

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    1. Hola, Cristina. Encantadísima de tenerte en mi blog.
      Sí, leí el problema en Literautas, pero cuando ya estuvo solucionado.
      Me repito: ¡Qué decirte! O, mejor: ¿Qué decirte? Me regalas un comentario de lujo -y no por lo favorecedor que pueda resultarme- sino porque has elaborado un análisis que exuda reflexiones que conducen a una emotividad elevada, filosófica; no sé si me explico. Me has emocionado.
      Agradezco tu paso por acá.
      Un abrazo.

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