Érase la melodía original
el secreto mejor guardado.
Aliento del cielo,
intervalo de sombras,
curiosidad de ángeles,
dulce partitura dormida
en los bolsillos de Dios.
En confuso plenilunio
y a contraluz del alba,
entre pesadillas de plomo
y flores de sangre,
remonta la prisa un ángel solitario.
Ruega a la brisa, reclama al oriente
que las ráfagas no sean de muerte,
que la noche no se apresure,
que no lloviznen lágrimas,
que la tristeza no amanezca,
que acometan preces,
y que, por una vez,
Dios toque el piano
a la hora que, en el cielo,
en la tierra y en los abismos
toda rodilla se dobla.
El ángel cree, espera y confía.
Súplica esparcida al mar,
clamor del fuego y del hielo,
silencio de milagros,
desconciertos de esperanza,
perdón y consuelo.
El mundo se ha vuelto hostil.
El piano envejece.
Lacrimosas teclas
sueltan penas al viento
que de tanto gemir,
se ha vuelto plegaria.
De incienso y de mirra
el ángel se viste.
El mundo implora clemencia.
El piano cree, espera y confía.
Un bolsillo se abre en el cielo.
Tierna llovizna,
sagrado prodigio,
concierto inefable
en clave de soles,
delicia y renuevo.
El piano resplandece
y es viña perfumada
en los dedos de Dios.
El ángel de la Paz derrama su gracia.
De rodillas,
la creación enmudece.
Un canto celestial en tus versos. Que lindo poema. Saludos
ResponderEliminarGracias, Sandra, por tus palabras.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo en la distancia.
¡Maravilloso!
ResponderEliminarTu poesía me traslada y me deja muda de belleza.
Y el piano suena, suena, suena... Y yo aplaudo (mis palmas no suenan para no turbar el instante). Qué glorioso deleite.
Un gran abrazo
Hola, Volarela.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus amables palabras.
Ojalá alguna vez Dios de veras toque el piano sobre esta humanidad doliente. Y ojalá sepamos escucharlo llegado el caso, dada nuestra pertinaz sordina.
Te mando un beso.
Hola Mónica,
ResponderEliminarUn poema fuerte, lleno de optimismo al comienzo, alegría fluidez, para ir cambiando a medida que la vida va transcurriendo, el piano va menguando al igual que los ánimos. Ese ángel que se da cuenta del desastre y va cambiando. Este mundo no está hecho para grandes conciertos de piano, y ojalá suene con tanta fuerza que podamos darnos cuenta de que el amor a los demás es nuestro mejor regalo.
Me ha gustado tu poema.
Un abrazo
Hola, Jesús.
EliminarAsí es, querido amigo. Acertadas palabras las tuyas; en efecto, en el camino de la vida la esperanza siempre está escondida en el amor a los demás, en lo que damos.
Te mando un abrazo.
Hermoso poema. "De rodillas/ la creación enmudece". Yo creo que es cuando mejor oímos, vemos y sentimos. Hay una luz que ilumina el pliego de los días; si hermosos, luminosos; si a veces ensimismadamente nostálgicos o tristes, plenos.
ResponderEliminarDar, y más dar; y recibir también que todo cabe en uno, y por principio, la eternidad, que es tiempo y llamada, siempre espera algo de nosotros.
Un abrazo.
Hola, Pilar.
EliminarHermosas palabras: "Hay una luz que ilumina el pliego de los días"; "la eternidad, que es tiempo y llamada" ¡Que lindo! Y qué cierto todo lo que dices.
Gracias por tu inspirador comentario.
Un beso.
Muy, pero que muy bellos versos. Un abrazo fuerte y feliz día.
ResponderEliminarHola, Rocío.
ResponderEliminarEncantada de tenerte por acá, gracias por tus palabras.
Un abrazo grande.