Cuando fundo mi ciudad, corrijo la arena. Después corrijo la ciudad. Y de corrección en corrección marcho hacia Dios.
(Antoine de Saint Exupery)

sábado, 25 de julio de 2020

Fugacidades


A mi madre 



Sucede cuando el sueño se aleja, desvencijado entre las luces del alba.

Entonces me doy vuelta, te siento, pero no abro los ojos.

En cambio retengo tu ausencia, cuya presencia me lastimará, pero mucho más tarde.

Mientras, descanso en la sutura de un tiempo vacilante.

Te siento tal como antes. Como casi todos los días, en esa región ambigua del despertar incipiente, donde se habilitan instantes de milagros. Y me digo que es una suerte que estés arropando con tu voz el silencio de la noche en fuga.

¿Nunca te fuiste?

Arrastro pesares que no cierran y resulta que sigues aquí, cosiendo fatigas con tu sonrisa, sentada al borde de la última estrella y resistente a las amenazas que derrama el horizonte.

Los párpados me pesan, doblegados por tu ternura. En el aire se ha instalado la placidez de una canción de cuna.

Me abandono en la abertura a medio camino entre la vigilia y el sueño que, por primera vez, no me importuna. Porque huele a tu perfume.

Todavía no sé. No deseo saber.

Estiro las manos y te llamo, como cuando estabas y yo solo conocía certezas: "Ya verás que todo irá mejor a partir de hoy", me dirás. Y yo te creeré.

Me gusta llamarte. Me gusta mi voz cuando te nombra. Me gusta la ventana con olor a fresias y la suavidad de tu mano cuando tocas mi hombro. Giro hacia la luz, por fin abro los ojos buscándote. Entonces recapitulo bruscamente.

Es el turno de las lágrimas. 

Otra vez me quedo a solas con las ferocidades de la realidad. Pero soy dócil, sostengo la decepción.

Hay otras vidas de este lado, debo entender.



— Madre, has estado, ¿verdad?

Porque el abismo que nos separó aquel día, cuando trastabillé ante tus ojos apagados, hoy remite a Maderas de Oriente.


8 comentarios:

  1. Siempre están presentes velando nuestro sueño.
    Abrazos.

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  2. Sublime y profundo. Me encanta. Mi madre, cuando había algún problema, solía decirme "Todo se arreglara", y yo la creía a pies juntillas. Ahora, cuando algo va mal, me lo digo a mí misma y es como si escuchara su voz.

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    1. Así es, Amparo. Qué lindo que ahora te lo decís a vos misma, como si escucharas su voz. Creo que te voy a copiar. Un abrazo.

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  3. Siempre he tenido la misma impresión con mi padre, hay momentos que creo que lo tengo al lado.
    Soy de la creencia que llegará el día que nos reuniremos todos.
    Me ha gustado.
    Un saludo

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    1. Estamos de paso por este valle de rosas y de lágrimas. También creo que la muerte no es más que un hasta luego. Un abrazo, Jesús.

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  4. Con lágrimas en los ojos me dejas. De verdad.
    Eres maravillosa; escribes como un ángel. Dejas un reguero de perlas brillantes al escribir que se anclan en el alma.
    Volveré a leerlo, a deleitarme...
    Un fuerte abrazo

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    1. Maite, me has emocionado. También se me escapa una lágrima. Gracias. Gracias.
      Un beso grande.

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