A mi madre
Sucede cuando el
sueño se aleja, desvencijado entre las luces del alba.
Entonces me doy
vuelta, te siento, pero no abro los ojos.
En cambio retengo
tu ausencia, cuya presencia me lastimará, pero mucho más tarde.
Mientras,
descanso en la sutura de un tiempo vacilante.
Te siento tal
como antes. Como casi todos los días, en esa región ambigua del despertar
incipiente, donde se habilitan instantes de milagros. Y me digo que es
una suerte que estés arropando con tu voz el silencio de la noche en fuga.
¿Nunca te fuiste?
Arrastro pesares
que no cierran y resulta que sigues aquí, cosiendo fatigas con tu sonrisa, sentada
al borde de la última estrella y resistente a las amenazas que derrama el
horizonte.
Los párpados me
pesan, doblegados por tu ternura. En el aire se ha instalado la placidez de una
canción de cuna.
Me abandono en la
abertura a medio camino entre la vigilia y el sueño que, por primera vez, no me
importuna. Porque huele a tu perfume.
Todavía no sé. No
deseo saber.
Estiro las manos
y te llamo, como cuando estabas y yo solo conocía certezas: "Ya verás que
todo irá mejor a partir de hoy", me dirás. Y yo te creeré.
Me gusta
llamarte. Me gusta mi voz cuando te nombra. Me gusta la ventana con olor a
fresias y la suavidad de tu mano cuando tocas mi hombro. Giro hacia la luz, por
fin abro los ojos buscándote. Entonces recapitulo bruscamente.
Es el turno de
las lágrimas.
Otra vez me quedo
a solas con las ferocidades de la realidad. Pero soy dócil, sostengo la
decepción.
Hay otras vidas
de este lado, debo entender.
— Madre, has
estado, ¿verdad?
Porque el abismo que
nos separó aquel día, cuando trastabillé ante tus ojos apagados, hoy remite a
Maderas de Oriente.
Siempre están presentes velando nuestro sueño.
ResponderEliminarAbrazos.
Cierto. Gracias, Jesús.
EliminarSublime y profundo. Me encanta. Mi madre, cuando había algún problema, solía decirme "Todo se arreglara", y yo la creía a pies juntillas. Ahora, cuando algo va mal, me lo digo a mí misma y es como si escuchara su voz.
ResponderEliminarAsí es, Amparo. Qué lindo que ahora te lo decís a vos misma, como si escucharas su voz. Creo que te voy a copiar. Un abrazo.
EliminarSiempre he tenido la misma impresión con mi padre, hay momentos que creo que lo tengo al lado.
ResponderEliminarSoy de la creencia que llegará el día que nos reuniremos todos.
Me ha gustado.
Un saludo
Estamos de paso por este valle de rosas y de lágrimas. También creo que la muerte no es más que un hasta luego. Un abrazo, Jesús.
EliminarCon lágrimas en los ojos me dejas. De verdad.
ResponderEliminarEres maravillosa; escribes como un ángel. Dejas un reguero de perlas brillantes al escribir que se anclan en el alma.
Volveré a leerlo, a deleitarme...
Un fuerte abrazo
Maite, me has emocionado. También se me escapa una lágrima. Gracias. Gracias.
EliminarUn beso grande.