Cuando fundo mi ciudad, corrijo la arena. Después corrijo la ciudad. Y de corrección en corrección marcho hacia Dios.
(Antoine de Saint Exupery)

viernes, 26 de noviembre de 2021

Oración

 


Hay cosas en la vida que terminan. Hay libros que se cierran, puertas que se clausuran, ojos que no se abren más, momentos que no vuelven.

 Tal vez, Señor, esta historia increíble sea otra campana que dobla por su fin.

 Tal vez este dolor, toda esta desesperación por querer dar vida a lo que ya se echó a perder, no sea más que el gesto simple que acompaña a las cosas que se acaban. Como hojear el libro concluido antes de guardarlo, dar una última mirada a la habitación que se abandona, cerrar con nuestros dedos (y nos parece el más dulce de los gestos) los ojos queridos, o recordar con nostalgia los tiempos que se fueron.

 Ah, Dios, qué dura, qué inflexible, ¡qué locura es la vida! ¡Qué brutales los dolores que a veces nos desgarran, qué de sorpresa que nos toman! Siempre, siempre, Señor, llegan en momentos de intensa paz, cuando todo tormento nos parece ajeno y remoto; cuando bajo el sol del mediodía la noche y su cohorte de estrellas se nos antojan una lejana y olvidada bruma…  Pero llega igual contra todo lo que a nosotros nos parezca.

 Llega, Dios.

 Siempre.

 En todas las vidas.

 Nos atrapa dulcemente con su cálido tapiz nocturno, nos acaricia con dedos de seda -pero oscuros- el corazón y lo prepara suavemente para el terreno de su hipocresía, en el que las formas pierden su contorno.

 Y aún así, sabiéndolo nosotros, ¡sí que nos encierra! Sus remotas estrellas, cerca de pronto, nos queman, Señor. Y juegan con nuestro ingenuo sentido de las cosas. Ha ganado el acecho y nos sumerge en su mundo de sombras, de tormentos velados, de sueños rotos.

 Cuando el dolor nos destroza por fin -somos tan débiles-, cuando ya se instaló en nosotros, nuestro equilibrio interior desborda bárbaramente, Dios. La locura de comprender que aquello que amamos se nos escapa entre los dedos es más fuerte que nada y nos lanzamos, atribulados, a la incertidumbre de la desesperación.

 En esos momentos, ¡qué total, qué cosmopolita nos parece la noche de nuestros sufrimientos!

 Ah, Dios, ¡qué terrible es hablarte de todo esto!

 Otra noche que, a pesar de todo, termina, Señor. Y aunque aguardo la luz de la mañana con su paz, comprendo que es preciso pasar por el alba.

 Pero es dura el alba. Porque si bien desplaza a la noche, ésta se lleva consigo sus sombras, a veces las cadenas que más amamos.

 Y fíjate, Dios, qué paradoja esto del sufrimiento. A pesar de lastimarnos en carne viva, de herirnos develando profundidades que teníamos sometidas al silencio de las apariencias, ¡qué lecciones de humildad solemos recibir!

¡Cómo madura nuestro espíritu! Nos acostumbramos, luego de rebelarnos y elevarte nuestras protestas airadas, a conformarnos con menos, a meditar cada cosa en nuestro corazón, a pretender que los demás sólo reciban nuestro puñado de ternura.

Y entendemos muy despacio que podemos volver a empezar.

Mansos, nos entregamos de nuevo a la vida que no ha dejado de suceder. Descubrimos con estupor que todas las cosas siguen ocupando su lugar, que lo nuestro apenas fue un detalle más.

Aprendemos entonces a sonreír de nuevo, a comprender, a edificar sin mucho ruido, a respetar otros dolores, a mudar irritación por compasión.

Nos recomponemos poco a poco en una alegría más serena.

Pero más que nada, Señor, ¡cuántos tesoros se nos revelan en la paciencia! ¡Qué verdaderos son nuestros deseos de ser un instrumento de tu paz! ¡Qué inagotable nuestra necesidad de amar!

El alba se ha sumergido en el horizonte breve del Tabor llevándose nuestros harapos de intolerancia, soberbia y ausencia de perdón. Desnudos frente a Ti, que solo llevas agua y sangre por abrigo, habremos transfigurado, con suerte, en la fortuna de obtener y brindar misericordia.

 

10 comentarios:

  1. Una gota cristalina que tiembla sobre una hoja, que se seca despacio bajo el calor del sol hasta desparecer y dejar sus diminutas sales en la hoja... Divago... Emocionada. Es un perla tu oración. El tránsito que realizamos por la luz y las sombras, y cómo madura el fruto de nuestro corazón, exhalando sus mejores fragancias. Es un texto tan hermoso que necesita ser recordado, meditado, saboreado. Es un compendio de todas nuestras vidas expresado con una hondura conmovedora. Es una enseñanza delicada, verdadera, a la que se llega tarde o temprano en este viaje duro y bello. Es una oración brotada de tu alma, sincera, que directa al cielo de allá y al de todos nosotros.

    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Volarela.

      Tu comentario me deja casi sin palabras. Has fotografiado mi Oración con poesía y meditativa sabiduría; leerte es un deleite, y no por los halagos sino por lo que expresas y por cómo lo expresas, que se escapa del alcance del texto comentado como cuando una cometa que remonta vuelo.
      "Este viaje duro y bello". Así es querida amiga.

      Te agradezco y te abrazo en la distancia.

      Eliminar
  2. Hola, Mónica. Suscribo tus palabras. La vida, con sus vaivenes nos va haciendo más humildes y más sabios a la vez, pequeños cantos rodados, unas veces juntos y otras más aislados bajo la lluvia y el sol; unas veces enfangados y otras en medio del agua clara y transparente de un río que corre hacia el mar. Somos esto: pequeñas criaturas que buscan la luz, que anhelan la paz, y confíamos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Pilar!

      Muchas gracias por darte una vuelta por este blog y honrarlo con tus reflexiones, que a mi vez suscribo y aplaudo emocionada: "Pequeños cantos rodados"; "pequeñas criaturas que buscan la luz, que anhelan la paz, y confiamos". Estupendas, filosóficas y poéticas palabras.
      Al fin y al cabo, "somos, los unos para los otros, peregrinos que a lo largo de caminos diversos, penamos con destino a la misma cita" (A. de S. Exupery en "Carta a un rehén"). Como puedes ver, me has inspirado.

      Te mando un abrazo.

      Eliminar
  3. Qué hermosas palabras. Un fuerte abrazo y feliz domingo.

    ResponderEliminar