Cuando fundo mi ciudad, corrijo la arena. Después corrijo la ciudad. Y de corrección en corrección marcho hacia Dios.
(Antoine de Saint Exupery)

miércoles, 15 de julio de 2020

Regla de Tres Simple (Primera Caricia)



¿Cuántas sinfonías deberé tripular para volar hacia tu mano?

¿Cuántos conciertos deberán surcar mis horas sonoras para que atiendas esta caricia?

¿Cuántas escalas, crescendos y alegros me faltan para regresar a tu amor?

Ya no te acuerdas: después de la Primera Caricia, mi alma se alzó en fuga un día de lluvia. Resbalé y caí una y mil veces en pentagramas borroneados, ausentes de fusas y otras notas nobles.

Es verdad que fui salvada por un adagio curioso venido de tus palacios musicales, pero resultó invisible solo por el perverso placer de hacerme quedar mal.

Aun así, ¿cuánto más habré de soportar el vértigo de mis días, acosados por la mordedura del piano?

Te he amado sin reparos.

Ahora, soy irreparable en ambos sentidos, y en cualquier otro. 

Ahora, sólo pienso en ti. En tus manos y en tu mirada directa, cálida, salvaje por momentos. ¡Cuánta noche en tus ojos, cuántas espinas en mi pecho, cuánto dolor en el regreso, cuánta resignación en la partida!

La distancia no se mide, acabo de comprender, en cuadras o kilómetros, sino en caricias por lágrimas sobre vida. Regla de tres simple.

El resultado está a salvo en intervalos envejecidos. No será menor el rito que los anule, (una avanzadilla de aquella rusa, la "Patética" sería suficiente) de ser anulables, que comprobado aún no fue.

Si no quieres riesgos, no recurras a los abrevaderos de la música. Cualquiera puede quedar herido, por sabiduría excesiva —o justa, nada más— del absurdo juego del solfeo y de las terribles escalas del piano que, como gendarmes de frontera, patrullan conflictos adueñándose de blancas y negras.

¿Las teclas? ¡No! 

Los otros.

Los que no miran, los que no miden, los que sólo están, suenan, sueltan, suceden, suelen suceder, por omisión pensada o por acción impensada. Esos que moran en brotes de resentimientos escondidos, huérfanos de perdón.

El error insalvable es que aposté a mis miedos y no a tus ilusiones. Los miedos son fáciles de cosechar, aun ausentes de siembra. No es el caso de las ilusiones que crecen solas, sin agua ni dióxido de carbono, pero son de difíciles frutos. Así de impertinentes se vuelven con los corazones que las alojan.

Vuelta a mi camino de ida no te encuentro y me desangro, mas no muero; la sangre se renueva y no entiendo adónde va o de dónde viene tanto rojo. Estallan flores carmesíes por todas partes. Me reanudo en un atardecer flanqueado de púrpuras agresivos, pero no del todo. Perduro en el instante decisivo y te veo. Es tu abrazo el que se tiñe de rojo, se aparta y me deja imágenes de besos y risas, como cuando yo te quería.

No importa. ¿Sabes? He abolido los espejos. Vivo en la lámpara de neón de tu esquina. Azul, azul, eléctrico azul lleno de azulejos gritones que de lejos me aúllan. Que pugnan por entregarme el camino al olvido.

Yo no cedo. Aún te amo. 

Si te parece bien puedes traer tus alas y prometer que volarás.

Entonces estos versos caducarán. Estaré en tu abrazo, tu beso me devolverá esos ángeles rosados que nunca se fueron del todo y te traen, sí, porque estoy de vuelta y esta vez te llevo.

El tiempo, ya te dije, es un engaño de los sentidos. Y ese engaño hoy toca con los acordes exquisitos del Réquiem.

Amor por tiempo sobre vida. Regla de Tres Simple.

2 comentarios:

  1. Bueno, si no me equivoco esto es una prosa poética, hacía tiempo que no leía una.
    Me ha gustado aunque voy a tener que leerla de nuevo.
    Un abrazo

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  2. Gracias, Jesús por pasarte. Sí, es prosa poética. Dices "Me ha gustado aunque voy a tener que leerla de nuevo": no te preocupes, por más que la leo, me pasa siempre lo mismo, me gusta, no me gusta, pienso que debo tirarla sin más, la releo y algo en ella me gusta y cambio de idea. Es de la época del foro, como todo lo que por ahora estoy subiendo hasta que salga algo nuevo. Quise contar un amor a través de las piezas musicales, pero se me desmadró hacia las mates y otras yerbas. En fin.

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