En el río, plegarias.
De zafiro las
estrellas,
de rubíes los ceibos,
de esmeraldas los
nenúfares
En la isla, recogimiento.
De azahares, los
naranjos,
de plumajes, los
sauces,
De Dios, las ternuras.
En los muelles, contrición.
Perdonables las
culpas,
resueltas las luchas,
extinguidos los
rencores.
En el aire,
jazmines que
atardecen.
Confesiones en la
arena,
ángeles apurados.
En los copos
azucarados,
risas de niños
que el viento acuna,
zigzagueante y
travieso.
Una lluvia de azules
recrea transparencias.
Y en la trastienda
crepuscular
embriagada de carmines,
suave y frutal,
se despliega el amor.
El amor, siempre el amor.
ResponderEliminarAsí es. No hay nada más obstinado que el amor. Gracias, Alfred.
EliminarHola bienvenida a mi vista
ResponderEliminarsomos las dos argentinas
Me gustas....
te dejo un abrazo INMENSO
Me alegro. Gracias, Recomenzar.
EliminarEn el papel las ideas, en la prosa la imaginación y en la poesía el amor. Fugaz, atrevido, doliente.
ResponderEliminarMe ha gustado la poesía. Me está gustando la poesía.
Un abrazo.
Bueno, Jesús, por cómo te has inspirado en el comentario, no solo te está gustando, sino que te sale. ¿Y si te animas con una poesía sobre el verano? Digo, nomás. Me gustan los versos de tu comentario. Gracias. Un beso.
ResponderEliminarBellísima poesía, que trasciende al alma...
ResponderEliminarHacía mucho que no leía una poesía tan profunda y con un ritmo en la forma tan cautivador.
Enhorabuena!
Hola, Volarela. Bienvenida a mi blog. Pues me alegro que te haya gustado y cautivado. Muchas gracias por leerme.
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